Sobre un camino de tierra apisonada, en ocasiones mezclada con kerosene, los narcos armas sus pistas clandestinas. No es fácil encontrarlas; hay que caminar dos o tres horas monte adentro, advierten los lugareños. No siempre las avionetas que transportan droga aterrizan. A veces, sólo observan algún poste pintado o una pequeña meseta que no se ha formado naturalmente para cumplir el objetivo. A la hora indicada y con las coordenadas justas, dejan la sustancia ilegal para que otros dealers se encarguen de la distribución. Luego, caminos desiertos - que a veces sólo son huellas- sirven para el traslado.

En el norte de Santiago del Estero no hay un vecino que no haya visto avionetas o vehículos sospechosos. Sin embargo, sus relatos no se reflejan en las dependencias policiales. En los parajes, los destacamentos no abren todo el día. En los pueblos, hay comisarías pero falta personal para hacer controles, dicen.

Campo Gallo, en Alberdi, al noreste de Santiago del Estero, ha sido escenario de varios operativos antidrogas a partir de denuncias que daban cuenta de la existencia de pistas clandestinas. El subcomisario Walter Cabrera, jefe de la comisaría de la localidad, comentó que una unidad especial de la fuerza policial santiagueña es la encargada de investigar los casos de narcotráfico. Sin embargo, para los efectivos que controlan a diario la zona allí "no pasa nada".

"No tenemos denuncias formales sobre pistas ilegales o sobre narcotráfico en la zona. Es cierto que se realizaron procedimientos para interceptar avionetas, pero no era algo que nosotros estábamos al tanto; esta cuestión que no nos compete, no realizamos investigaciones al respecto", precisó el subcomisario. Añadió que sólo una vez secuestraron sustancias ilegales: fue el año pasado y se aclaró que la droga incautada era para consumo personal.